lunes, 2 de julio de 2007

FUGA EN GRANA

Mi silencio es voluntario. Callo porque el movimiento ondulatorio de mis labios es un temblor que rasga mi columna vertebral. Mi palabra siempre ha sido afónica. Habito en un sueño permanente porque en él no existe el dolor. ¿Existe el dolor? A veces pienso que me invento este pulso escalonado de sensaciones lastimosas, que sufro porque quiero y que no sé regresar a un punto de partida más favorable. Sueño desde estos ojos convertidos en soles que no oscurecen nunca, ojos desprovistos de sus párpados por las que les entra toda la luz de tu abandono. Una no puede morir si respira aire por todas partes.

Su estado es estable, los oigo decir y me tranquilizo: aún viva sin conservadores artificiales. Fresca. Un cadáver atractivo. La belleza ahuyenta a los buitres y me deja sola llena de recuerdos: tengo en mi dedo todo el temblor de tu piel, te tengo en mis manos, mi cuello en tus manazas, mi cuerpo bajo tus pies. Tuya. Corazón.

Anochece en mis labios. El dolor es una oruga reptando cuerpo abajo en busca de un lugar para hacer su nido. Una aguja. Un temblor. Un último suspiro para nacer en otro mundo. Libre de ti; toda mía.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Wow, muy triste, me encontré reflejado en él en varios momentos, me conmovió mucho el final, un final tristemente esperado. A veces, supongo, sucede de esa manera aunque nos aferremos a lo contrario. Un post para releer una y otra vez y aprender, sin duda, algo. Ni modo, el vodka cura todo. Slds